Uno de los versículos centrales de la Biblia y por ende base de la fe cristiana, es Juan 3.16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Esta es una preciosa afirmación hecha por el Apóstol Juan y revela la razón de Dios Padre al enviar a su Hijo por nosotros.
Hoy reconozco que muchas veces al leer este versículo no capté la
magnitud del mensaje, no capté su esencia. Hasta que ví que entre las
letras que conforman la palabra mundo se escondía mi nombre. Fue
ahí que entendí que el amor que llevó a Dios Padre a enviar a su Hijo
unigénito es un amor personal.
Bien podríamos escribir el versículo de esta manera “Porque de tal manera me amó Dios, que dio a su Hijo unigénito, para que creyendo en El, no me pierda, mas tenga vida eterna”
Fue como si el versículo hubiese saltado de la Biblia a mis ojos, como si hubiese tomado vida.
“...me amó Dios.”
Pero ¿Cómo es eso que Dios me ama? Y ¿Por qué? No es fácil responder a
estas preguntas, pero podríamos empezar por aceptar la inmutable verdad
de que Dios nos ama. Dios nos ama a cada uno de nosotros, pero no de
manera general sino de manera individual. Si! Dios te ama, lo creas o
no. Es fácil decir esto pero es dificil asimilarlo, sin embargo todos
relacionamos a Dios con el amor. Decimos “Dios es amor” y razón tenemos,
pues esta es una de las características de Dios. El amor de Dios no
tiene un motivo o una razón específica, no tiene un principio
determinado, no puede ser influenciado, no te lo puedes ganar, no tiene
fin, simplemente es. Dios te ama.
Muy a pesar de esta realidad nos enfrentamos a menudo con la duda, con
la idea de que tal vez Dios no me ama. O tal vez estamos completamente
seguros de que Dios nos ama y sin embargo algo nos roba la seguridad que
tal afirmación tiene. Puede que una parte de nosotros no este tan
segura y nos este impidiendo disfrutar plenamente lo que significa
saberse amado por Dios.
Tal vez las siguientes preguntas nos pueden ayudar un poco a
reflexionar en esto. Por favor, tomate un tiempo antes de responderte
estas preguntas y pidele a Dios que guie tus pensamientos a traves de su
Espíritu Santo. Es mi deseo que el Señor te bendiga para que sigas
creciendo en el conociemiento de su Palabra, en el conocimiento de su
verdad.
¿Crées que Dios te ama?
¿Éres conciente de esa realidad?
¿Has dudado que Dios te ama?
¿Te sientes amado por Dios?
¿Puedes ver el amor de Dios en tu vida?
Si dices que Dios te ama, ¿Crées que te ama mucho? ¿Poquito? ¿A veces?
¿Nada? Pues Jesús no dió un poquito de su sangre ni tampoco mucha, la
dió toda. ¿Sabes porqué lo hizo? ¿Sabes porque Jesús fue obediente hasta
la muerte y muerte de cruz? Para reconciliarte con Dios, para salvarte.
Pero ¿porqué? Y la pregunta no tiene como fin buscar el porque
necesitabas reconciliarte con Dios, no va dirigida a saber de que te
salvó tu Dios sino el porque lo hizo. En la Biblia NO se nos dice que
los hombres le pidieron un plan de salvación a Dios y mucho menos que
fuera gratis. No hubo un hombre que intercediera por la humanidad ante
Dios pidiendole un plan de salvación, como en su tiempo lo hizó Abraham
pidiendo por la salvación de Sodoma y Gomorra (Gen 18:20-23).
No fue que Dios le dijo al Espíritu Santo “Espíritu Santo a que no te
imaginas lo que me acaba de pedir Pépe el andaluz, me ha pedido un plan
de salvación para toda la humanidad, me ayudas a convencer a Jesús para
que vaya?”. Esto NO fue idea del hombre.
¿Cuál
fue el motivo que llevó a Dios a idear un plan de salvación para ti? Un
plan en el cual utilizó una cantidad incontable de personas, entre
ellos profetas, reyes y pescadores, hombres y mujeres. Un plan el cual
aun es predicado hoy en día (y gracias a Dios por esto), un plan por el
cual muchos murieron por atreverse a proclamar.
Amigos, no puedo pretender explicar lo que yo mismo no entiendo. Sólo
se que el amor de Dios por mí y por tí es real. El amor de Dios se hizo
carne y habitó en medio de los hombres. No hay demostración mas grande
de amor que el de aquel que da su vida por sus amigos (Juan 15:13). Jesús dejó su trono, bajó a la tierra, habitó entre nosotros y dió su vida para reconciliarnos con Dios (Filipenses 2:5-8).
Esta es pues la confirmación del amor de tu Padre Celestial. Dios ha
dado todo por ti, hasta a su único Hijo y nada hay que El no haría por
ti (Romanos 8:31-32).
No permitas pues Amigo que la duda eche raíces en tu corazón, no
permitas que pensamientos que son contrarios a los de Dios influyan en
tu mente, no permitas que el diablo o el mundo te roben la seguridad que
tienes en Cristo y todo lo que esto significa. Dios te cuida, te
abraza, te canta, te ama, te consuela, te esfuerza, te sostiene, es tu
escudo y tu lanza, tu roca fuerte, tu fortaleza. Es tu Padre Celestial
que desde el vientre te conoció, te ha visto llorar y reir, te puso
nombre y nada ni nadie podrá arrancarte de sus manos pues suyo eres.
Gracias Señor porque a pesar de que nos conoces nos amas
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